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Grand Rapids Parent University

Conversaciones intencionadas

¡Habla con tus hijos!

Hablar con tus hijos

Usted puede incrementar el vocabulario de sus niños y sus conocimientos base (dos piezas importantes en el rompecabezas de la lectura) simplemente hablando con ellos. La mejor manera de construir una base sólida para el éxito en la lectura es rodear a sus hijos de un ambiente rico en lenguaje.

La mayoría de las palabras en el vocabulario de un niño provienen de sus encuentros diarios con el lenguaje. Los niños aprenden el lenguaje de los libros, de los medios de comunicación y de las conversaciones con las personas que participan en sus vidas.

Con los bebés

  • Hábleles acerca de lo que usted está haciendo para que ellos empiecen a conectar las palabras con los conceptos.
  • En cuanto su bebé empiece a hablar, muéstrele objetos o fotos y pregúntele «¿Qué es esto?» Elaborar o extender sus respuestas es una manera de hacerles escuchar más palabras. «¡Sí, eso es una banana! Es amarilla y suave.»

Con los niños pequeños

  • Hábleles acerca de las cosas que usted ve en su barrio, en sus paseos por la ciudad, o en la televisión. Estas conversaciones ayudan a que el niño vaya adquiriendo un mejor conocimiento de su mundo.
  • Cuando les lea, deténgase para hacerles preguntas o hacer comentarios sobre la historia. Haga preguntas como «¿Por qué crees que él hizo eso?» o «¿Qué te parece que va a pasar ahora?»
  • Use palabras interesantes y nuevas con sus hijos. Por ejemplo, «¡Estas galletitas son muy apetecibles! ¡Son exquisitas!» o «Veo que rehúsas irte, pero podemos volver mañana.»
  • Cuénteles a sus hijos historias de su propia vida o acerca del día en que usted nació. Esto les ayuda a desarrollar su identidad personal y cultural.

No importa que lenguaje se use — ¡un ambiente rico en lenguaje ayuda a crear mejores lectores!

  • Descargue este artículo en la forma de PDF.

Hace más de 20 años, un hoy famoso estudio de Betty Hart y Todd Risley concluyó que los niños de familias de ingresos más altos escuchan alrededor de 30 millones de palabras más durante sus primeros tres años en comparación con los de ingresos bajos. También encontró que esta brecha se correlaciona muy fuertemente con diferencias en los resultados de las pruebas de vocabulario, el desarrollo del lenguaje y la comprensión de lectura de los niños cuando estos ya entran en la escuela, además de con otros indicadores en la adultez.

Hasta hace poco, estudios sobre la exposición del niño al lenguaje requerían una transcripción de los diálogos entre padres e hijos que consumía mucho tiempo, lo que limitaba la cantidad de datos que podían recopilarse. Los avances tecnológicos hoy en día permiten grabaciones más largas y más completas que nos ayudan a evaluar de forma más precisa esta brecha en palabras.

La brecha de las 30 millones de palabras… ¿es cierta?

Hace poco, científicos norteamericanos buscaron replicar el famoso estudio, no exento de controversia, y sus resultados no respaldan la afirmación que inicialmente plantearon Hart y Risley. Esta nueva investigación concluye que cuando la definición de entornos verbales excluye a los múltiples cuidadores y a las conversaciones indirectas con los niños (bystander talks), se subestima de forma desproporcionada el número de palabras a las que los niños de bajos ingresos están expuestos.

Adicionalmente, revela una variación sustancial en los entornos de vocabulario dentro de cada estrato socioeconómico. Esto indica que aún tenemos preguntas de política pública sin responder. Por ejemplo, si el nivel de ingreso no determina la riqueza del entorno de vocabulario, ¿qué es entonces lo que la determina? ¿Cómo podemos atacar esas causas para mejorar esos entornos?

El lenguaje y el cerebro

Tal vez más importante, a pesar de un número considerable de estudios que relacionan la exposición del lenguaje de los niños a sus habilidades lingüísticas, actualmente no hay evidencia sobre los mecanismos neuronales que subyacen a esta relación. Entenderla sería de gran ayuda para los gobiernos porque les permitiría diseñar intervenciones precisas que puedan ayudar al desarrollo del lenguaje, más allá del nivel socioeconómico del hogar.

Investigadores del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT) han encontrado nueva evidencia sobre la relación entre el lenguaje de un niño y el desarrollo de su cerebro. El artículo, Beyond the 30-Million-Word Gap: Children’s Conversational Exposure Is Associated With Language-Related Brain Function, refuerza la literatura previa que establece que las conversaciones de “ida y vuelta” entre un niño y un adulto son críticas para el desarrollo del lenguaje.

En un principio, este estudio apoyó los hallazgos de comportamiento que muestran que un nivel socioeconómico mayor se correlaciona con una mayor experiencia lingüística y habilidades verbales. Sin embargo, fue más allá y encontró que es el número de conversaciones entre niños y adultos y no el número total de palabras lo que explica la relación entre el nivel socioeconómico y el lenguaje.

Conversar ayuda a las habilidades lingüísticas

Tras grabar y evaluar las conversaciones padres-hijos y utilizar una Imagen por Resonancia Magnética funcional (IRMf) en la que los niños entre 4 y 6 años escuchaban historias, los investigadores encontraron que aquellos que habían conversado más con los adultos exhibieron una mayor activación frontal inferior izquierda (área de Broca), una parte del cerebro involucrada en la producción del habla y el procesamiento del lenguaje. Esta activación se dio independientemente del ingreso de los padres, la capacidad cognitiva del niño o el número de palabras que conocía.

Los resultados sugieren que las conversaciones entre padres e hijos pueden apoyar el desarrollo de las habilidades verbales en parte, al influir en la activación de una zona del cerebro durante el procesamiento del lenguaje. Este patrón neural explica casi la mitad de la relación entre la exposición al lenguaje de los niños y sus habilidades verbales. Finalmente, y un punto muy relevante para la política pública, es que tanto las conversaciones entre padres e hijos (el medioambiente) como la activación del área de Broca del cerebro (un mecanismo neural), median la relación entre el nivel socioeconómico y las habilidades lingüísticas de los niños. Esto demuestra que existen mecanismos que subyacen a las disparidades tempranas en el lenguaje entre niños ricos y pobres.

Implicaciones prácticas

Aunque lo que sabemos sobre la relación entre la pobreza, el lenguaje y el desarrollo cerebral está en un estado temprano, estos resultados nos permiten plantear nuevas intervenciones de política pública en el desarrollo de las habilidades lingüísticas de los niños, que tengan en cuenta los mecanismos neuronales.

En ese sentido, el estudio de MIT proporciona la primera evidencia de que las conversaciones adulto-niño están asociadas con el desarrollo del cerebro en los niños, más allá del ingreso del hogar. Los padres, y las conversaciones con sus hijos, tienen el potencial de influir en el crecimiento biológico del cerebro de los pequeños. Así que… ¡conversa con tus hijos!

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